Almodóvar contra Buenafuente, mejor sin Boyero y Hermoso

Ahora que Pedro Almodóvar, Carlos Boyero y Borja Hermoso están tan de moda -sobretodo tras las palabras que el cineasta le ha dedicado al crítico y al jefe de cultura de El País en su blog- tras el estreno en el Festival de Cannes de Los abrazos rotos (2009); es el momento de recuperar una entrevista que el manchego concedió a Buenafuente. El presentador catalán le pone a La Sexta un toque de humor necesario para la televisión española. Aquí, el diálogo entre ambos:

Parte 1:



Parte 2:



Parte 3:

¿Es Lars Von Trier una celebritie?

La sección de Celebrities comenzó por lo bajini en La hora chanante. Poco a poco se fue haciendo un hueco en youtube y conquistando a los internautas. Cuando el programa pasó a la cadena pública -La 2- y cambió de nombre a Muchachada Nui, mantuvo estos fantásticos sketchs. Cantantes, actores y directores de cine han sido parodiados. El director de El jefe de todo esto (2006), Bailar en la oscuridad (2000) o Anticristo (2009) -una decepción para los críticos en el último Festival de Cannes- también tuvo su hueco. Este es Lars Von Trier:

Es más lo que nos une, 'Una casa de locos'

En un concierto, Ismael Serrano dijo que uno se enamora de la ciudad que habita porque encuentra en ella habitantes que lo reconcilian con el mundo. No recuerdo si el cantante le adjudicaba la frase a alguien o era patrimonio suyo; pero dicha premisa sobrevuela en todo momento la película hispano-francesa Una casa de locos (2002) -cuyo título original es L'auberge espagnole-. Mas allá de la elección de Barcelona como telón de fondo y representante de la multiculturalidad europea; el director de la cinta, Cédric Klapish, presenta al espectador una historia sencilla y sin dobleces. No hay juegos narrativos ni complejidades audiovisuales. Se cuenta lo que se ve en pantalla, para bien y para mal.

Un grupo de jóvenes erasmus -en el que encontramos a Audrey Tautou con un papel secundario y aburrido- convive y habita en la ciudad Condal. En este marco, los protagonistas tendrán que enfrentarse a las adversidades de un entorno extraño, ajeno a sus costumbres, pero que termina calando en sus existencias a través de las relaciones que entretejen unos con otros. Es precisamente ese sentido el que recalca la cinta, que no se preocupa por mostrarse desentonada en la descripción de lugares o personajes; sino que lo que trata es de plasmar las pocas diferencias existentes en una Europa globalizada.

El salto de un idioma a otro con una velocidad de infarto -oiremos sobretodo francés, pero también estará presente el inglés, español, catalán y alemán- es la excusa perfecta para una película que se debe visualizar en versión original. El metraje pierde gran parte de su esencia si no participamos de esa europeización, de la variedad de matices que ofrece un apartamento con historias y pasados tan distantes. Así, el film está plagado de contradicciones que se saborean y se comprenden, que se disfrutan con el paso de los minutos y que se comparten en gran medida. Incluso hay tiempo para una arriesgada crítica a la imposición de un idioma por encima de otro, olvidando que el fin primero y último del lenguaje es la comunicación entre personas.

Al final, resta un trabajo poco original, cargado de clichés, estereotipos y vagos intentos de reflexiones dogmáticas. Pero todo ello es suplido por una naturalidad desbordante de los actores y por las situaciones propias de la edad; convirtiéndose esta cinta en la predilecta de quienes se ven reflejados en ella, sabedores de lo que significa una beca como la Erasmus.


Tráiler de 'Sherlock Holmes'

El 20 de noviembre de 2009 se estrenará en las pantallas de EEUU la nueva película de Guy Ritchie. Basada en las obras de Arthur Conan Doyle, el film Sherlock Holmes (2009) apunta a convertirse en uno de los taquillazos del año. Más aún, si tenemos en cuenta que quien interpretará al avispado investigador inglés será Robert Downey Jr. El tráiler ya se encuentra circulando por la red desde la semana pasada:

Falta tanto que para qué tan poco, 'Los abrazos rotos'

Almodóvar supo acompasar en Volver (2006) una historia sencilla con la magia de lo sobrenatural e inverosímil. Fue un experimento sobre la credibilidad del propio cine, que resolvió de forma brillante, con imágenes cargadas de emotividad y surrealismo. Con una capacidad sorprende para repetir las tonalidades de su anterior cinta (los rojos subrayan de manera ejemplar la fotografía), el manchego vuelve con Los abrazos rotos (2009). Pero en esta ocasión, el director no compagina correctamente una buena historia -porque el fondo de la narración es bastante interesante, aunque se explota deficientemente- con la naturalidad que caracteriza y define a su cine.

La cinta decepciona de la misma forma que lo hiciera en su día La mala educación (2004). Almodóvar se repite y muestra en la pantalla algo que el espectador ya conoce, que ha visto y saboreado con anterioridad. Así, el metraje se prolonga con el regustillo amargo de lo vivido, aunque en el público sobrevive la pequeña esperanza de que llegue a visualizarse la maestría del cineasta. El problema se encuentra en un formalismo exacerbado y en el conformismo de un metraje con aristas, con personajes poco trabajados a los que nunca llegamos a conocer en profundidad.

Además -dejando de lado a la excepcional Blanca Portillo y a unas aceptables Penélope Cruz y Carmen Machi-, las interpretaciones del elenco de actores son falsas e inestables. Lluís Homar, no sabe sacarle jugo a su personaje, un cineasta ciego reconvertido a guionista. Y el resto del reparto, sobretodo Tamar Novas, sobreactúa en la mayoría de escenas; motivados en gran parte por un guión que abusa en demasía de la trascendencia de cada palabra y frase.

Por si fuera poco, lo que comienza como un homenaje al séptimo arte -con referencias a Jules Dassin o Roberto Rosellini-, termina como una auto-oda de Almodóvar. Así, el filme Chicas y maletas que están realizando los protagonistas de la cinta, es una clara repetición de Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988). Además, echo en falta la audacia e inteligencia de Todo sobre mi madre (1999) o la mordacidad de ¡Átame! (1989). Porque esta vez todo tiende al enrevesamiento, a maltratos y cuernos, a tetas y sexo, a venganza y frustración. Es como un viaje donde no satisface ni el destino ni el camino recorrido. Básicamente, porque ignoramos el sentido de todo ello.


Tráiler de 'Inglorious basterds"

Uno de los hijos pródigos de Cannes vuelve a la palestra. Aprovechando el Festival y el que allí lo quieren como en ningún lado, Quentin Tarantino -que ya triunfó con Reservoir Dogs (1992) y Pulp Fiction (1994)- ha estrenado con éxito en tierras francesas su último trabajo: Inglorious Basterds (2009). Por cierto, por si alguien se lo pregunta. La "e" de Basterds -tendría que escribirse Bastards- se debe a cómo pronuncian esa palabra los protagonistas de la película. Sin más ni menos, ya podemos ver su tráiler:

Les éntreintes brissés

En pocas horas cruzaré el umbral del Toison d'Or, compraré mi medio litro de Cocacola correspondiente (indispensable para disfrutar de dos horas de cine), me sentaré en un sillón ergonómico y me enfrentaré a la última película de Pedro Almodóvar, Los abrazos rotos (2009) -eso sí, con el agabachado título de Les étreintes brisées-. Es lo que tiene la mundialización, al menos aquí en Bruselas, que muchos estrenos llegan con retraso. Y eso que estamos en uno de los hogares del director manchego, admirado como réalisateur en tierras francófonas, incluida Bélgica.

Para afirmarse, ayer, en pleno Festival de Cannes, Almodóvar presentó a concurso su cinta. Dijo entonces que "Francia es el país que mejor me trata, tanto en taquilla como en lo que escribe; se me trata mejor que en España, los periodistas escriben con menos prejuicios". Tiene razón en parte. Por un lado hay quien -por incompatibilidades políticas- se niega a reconocer las obras magistrales del español. Pero también esta quien ensalza todo aquello que lleve la firma de El Deseo. Es algo que siempre ha ocurrido, lo cual no quiere decir que sea correcto, y que parte de la subjetividad del arte.

Pero Almodóvar es así y su ego teme que esa falta de reconocimiento patrio por su último trabajo pueda extenderse. Aunque alguien debería decirle que el prestigio internacional que ha forjado en la última década - gracias a las formidables, magníficas e inolvidables Todo sobre mi madre (1999), Hable con ella (2002) y Volver (2006)- no es flor de un día.

Pero Cannes es una plaga de egos, cosa que deben pensar los enviados especiales. También Lars Von Trier -autor de Bailar en la oscuridad (2000) o El jefe de todo esto (2006)- tuvo su momento y proclamó a las olas de la villa francesa eso de "soy el mejor director del mundo". Y llega hoy Tarantino y remata la función en la presentación de Inglorious Basterds (2009): "En mis películas yo soy el dios, el que crea y quiere a sus personajes".

Son así. Parte arte, parte promoción y marketing. Hay que vender una cinta y un producto; y qué mejor que aliñarlo con declaraciones que encajen perfectamente en titulares de periódicos, revistas y magazines. Lo mejor de todo ello es que, en unas horas, cuando se apaguen las luces y enciendan el proyector, solo quedaremos yo, Les éntreintes brissés y nuestro mano a mano. Que así sea.

Cine, cine, cine... con Aute

Hace aproximádamente un año, utilizábamos un post para recordar y escuchar la canción de Poncho K sobre el cine. En varias ocasiones han advertido en comentarios que esa no era la original, la auténtica. Es cierto, la obra del artista sevillano era una versión de una de las composiciones realizadas por Luis Eduardo Aute. Pues bien, es precísamente ahora el momento adecuado para sumergirnos de nuevo en un imaginario que ha calado hondo en la sociedad. Disfrutemos atentos, juzguemos y comparemos. Esto es Cine, cine, cine... de Aute:

La incertidumbre de Peck, 'La profecía'

El cine de los 70 tuvo un protagonista tan especial como inesperado, el cual terminó calando entre el público y soportando extraordinariamente el paso de los años. Fue El exorcista (1973). La magnífica narración de William Friedkin asentó entre los espectadores ese regustillo amargo por lo satánico. Siguiendo el hilo y aprovechando el tirón, apareció otro de esos filmes que plagan de referentes la sociedad. Dirigida por Richard Donner, La Profecía (1976) hizo a toda una generación estremecerse ante los ojos de un niño pelirrojo, un tal Damien.

El director estadounidense -responsable de la primera Superman (1978) , de la entrañable Los Goonies (1985) y de la saga Arma letal (1987, 1989, 1992 y 1998)- enfrenta a los adultos a sus miedos infantiles. Hay oscuridad y sutileza en la fotografía, hallamos perversión y sadismo en los personajes. Además, sobrevivirán dos escenas en la mente del público. La primera: nadie asusta tanto en un columpio rechinante como el hijo del diablo, ese pequeño pecoso que se atreve incluso a mirar a la cámara, retando al espectador. La segunda: aquella en la que la cuidadora de Damien se ahorca, gritándole su amor a lo prohibido, a la tentación, al pecado.

Despejando el terror psicológico, la cinta profundiza en el drama fraternal. Así, es Gregory Peck el obnubilado padre que comienza magistralmente la narración con la voz en off -gimiendo repetidas veces el niño ha muerto, el niño ha muerto,...- y que durante el metraje se niega a aceptar la posibilidad de haber criado al anticristo. Hay un dolor emblemático en Peck derivado de la incertidumbre, del agnosticismo moderno y del sólo sé que no sé nada.


Tráiler de 'No-Do'

Con el sugestivo nombre de No-Do (2009). Ese es el título elegido para una producción patria que llegará los cines españoles el 12 de junio. El guión fue escrito por Elio Quiroga en el 2001, cuando se pusieron de moda las películas japonesas de terror -¡sí!, esas de niños horribles que no tienen otra que hacer que matar gente-. El nombre se refiere a los conocidos como No-Dos secretos, unas filmaciones realizadas por el Régimen Franquista para la Iglesia en los años 40. El objetivo era documentar milagros, apariciones y sucesos parapsicológicos. Por ahora, sólo ha quedado el tráiler:

Corto de César Sarachu, 'Ya peco yo por ti'

Seguro que a pocos les suena el nombre de César Sarachu. En cambio, si hablamos de Bernardo Marin, el panoli gafotas de Cámara Café, ya es otra cosa. Este actor -de culto en cuanto a películas existencialistas se refiere- ganó popularidad en Internet gracias a una serie de cortos producidos para Plus.es. Os dejo una entrevista publicada por El País y un ejemplo de uno de sus títulos, Los Güebones:

Ya peco yo por ti

La revolución de HBO, 'The Wire'

Cuando el punto final de Los Soprano (1999-2007) fue una angustiosa realidad, se repitió en los medios de comunicación que nunca volvería a visualizarse en la pequeña pantalla una obra de arte de tales características. Era el fin de una era. La revolución que encabezaba HBO parecía acabada, finiquitada. De ahí para adelante todo sería cuesta abajo. Pero en 2002 había empezado a gestarse otra maravilla. The Wire (2002-2008) ya acentuaba en cada capítulo la importancia del guión, de los personajes trabajados, de la historia, de los secundarios y de los pequeños detalles.

Comienza como si tal cosa. En los tribunales de Baltimore, un policía - Jimmy McNulty, interpretado por Dominic West- está dispuesto a emprender una cruzada contra los líderes del narcotráfico de la ciudad. Es la punta del iceberg argumental. Tras la cortina de humo, se entreven otros temas importantes: la corrupción, las ansias de poder, rivalidades, venganzas y un interminable etcétera que se reparte en 60 episodios y cinco temporadas.

Todo ello es el resultado de una obra compleja y exhaustiva, escrita por David Simons y Ed Burns -periodista y policía respectivamente-. Los diálogos beben del lenguaje de la calle, de los barrios negros más marginales de los EEUU. Con cada palabra se inyecta heroína, con cada silencio se huele el verde dólar americano. Es una experiencia hipnótica la que nos proponen sus creadores. Una trama que te capta poco a poco, dejando de lado todas las fórmulas comerciales.

Escalofriantemente realista, los personajes son ambiguos, ni malos ni buenos -grises y en diferentes tonalidades-. No hay reglas de correctismo político a la hora de describir a jueces, periodistas, policías o políticos. Y el resultado es brillante. En ocasiones parafraseada por Obama, la obra consigue arrastrar también al espectador hacia la autocrítica social -un ejemplo se produce con Omar, un atracador de narcotraficantes homosexual, quizá el más héroe de todos los que merodean por Bmore-.

No llames a lo que hacemos guerra contra el narcotráfico. No es una guerra, porque las guerras se acaban. Nunca un juicio fue tan acertado.


Tráiler de 'Tetro'

Francis Ford Coppola es uno de esos directores que merecen atención sólo con mencionar su nombre. Todo proyecto que lleve impresa la firma del autor de El Padrino (1972) o Apocalypse Now (1979) tiene la obligación de ser visto. El 11 de junio llega a los EEUU su última cinta, Tetro (2009) -aún sin fecha de estreno en nuestro país-. Por ahora, debemos conformarnos con el tráiler:

El genio llamado Clint, 'Gran Torino'

Me gustaría continuar lo que empecé, al hablar de El curioso caso de Benjamin Button (2008), sobre la última edición de los Oscar. En dicho post alabé el film de David Fincher, muy superior a Slumdog millionaire (2008) -vencedora de la estatuilla a mejor película-. Pues bien, considerando lo mismo y habiendo reflexionado un poco más sobre las candidatas, he de decir que faltaron entre las nominadas dos cintas muy superiores al resto. Por un lado, la impresicindible El caballero oscuro (2008), que tuvo que conformarse con el premio póstumo a Heath Ledger y que sin duda debía haber sido la gran triunfadora del año en el Teatro Kodak. Por otra parte, la obra de un genio como Clint Eastwood también debía haber contado con su cuadradito en esa famosa multipantalla pre "the oscar goes to...". Hablamos de Gran Torino (2008).

En esta ocasión, el director se centra en contar la historia de un personaje racista, gruñón, solitario, mal padre y un sinfín más de adjetivos descalificativos. El propio Eastwood encarna al protagonista. Con un lenguaje perturbador y cínico, el guión afila los dientes de todos los puritanos retrógrados de izquierdas, admiradores del correctísmo político e hipócritas de las inestables verdades universales. Nadie que peque del ¡Oh, Dios mío, cómo puede decir eso! se sentirá cómodo al enfrentarse a este arriesgado metraje.

Decía un famoso cómico inglés que una sociedad es plenamente igualitaria, cuando es capaz de reirse igual de los blancos y negros, judíos y cristianos, británicos y turcos. Es justo en esa premisa donde ahonda la narración, criticando la inestabilidad social de una clase media americana perdida entre las bandas de japos, negratas e hispanos.

Hay en esta obra una naturalidad desbordante, una capacidad para relatar digna del mejor escritor. El que fuera Harry el sucio; quien asolara el far west con espaguettis en la recámara o sin conceder el perdon; el que dibujó un thriller trepidante y místico en un río; o el que sacará la faceta más emotiva de Kevin Costner en Un mundo perfecto (1993). Ese es el genio llamado Clint. Un hombre que ya ha anunciado su retirada de la interpretación, pero que esperemos siga tras las cámaras regalándole al mundo belleza en 24 milímetros.

Reportaje sobre 'The Wire'

Hace pocos días que terminé una de las series más espectaculares que he visto. Pocos shows están por encima de The Wire (2002-2008) -si acaso, Los Soprano (1999-2007)-. De hecho, en España, donde sólo se han estrenado las dos primeras temporadas, el stock de DVDs se ha agotado. Y todo ello, gracias al boca a boca. En breve, escribiré un post sobre las impresiones que me ha producido sus 60 episodios. Hasta entonces, podemos saborear un reportaje sobre ella:

El tiempo te condena, 'El curioso caso de Benjamin Button'

En 1981, en la ceremonia de los Oscar, se gestó una de las injusticias más clamorosas de la historia del cine. La correcta e inteligente Gente corriente (1980) de Robert Redford alzó la estatuilla a mejor película. En el camino se quedó la obra maestra de David Lynch, El hombre elefante (1980). Por si eso fuera poco, tampoco se le concedió ninguno de los otros siete premios a los que optaba. Dejando de lado las distancias -y faltándome aún por visualizar Frost contra Nixon (2008)-, este año se puede apreciar un caso similar. Es cierto que El curioso caso de Benjamin Button (2008) no es, ni de lejos, la gran obra de Lynch; pero, desde luego, supera con creces a Slumdog millionaire (2008).

En la cinta de David Fincher encontramos un guión perfectamente entretejido, una narración clásica al mejor estilo de Hollywood. Basándose en la excelencia audiovisual y con el objetivo de dotar a cada plano de una supremacía existencial, el director demuestra lo efímero de cada momento. Es cierto que otros filmes ya se adentraron en el tema -la más comercial debería remitirnos al Carpe Diem de El club de los poetas muertos (1989)-, pero en esta ocasión dos historias de amor sostienen con una solemnidad espasmódica al soberbio Brad Pitt. El actor estadounidense es la gran baza del director, que ya supo sacar todo su potencial en las magistrales Seven (1995) y El club de la lucha (1999).

Casi tres horas que hipnotizan y un metraje sobrevolado constantemente por el poder del saber contar historias, por la naturalidad en la construcción de un relato prodigioso y en la sucesión de verdades que conducen a hilos argumentales ocultos. Basada en un relato de Francis Scott Fitzgerald, la película cuenta la vida de un hombre que nació viejo y cuyo ocaso de la vida no es otro que olvidarlo todo, mientras rejuvenece hasta desaparecer en la nada. Es un cuento de opuestos, de contraposiciones.

Y es precisamente el tiempo como tema, la dificultad que entraña la película. Pero Lynch sabe enfrentarse con garra a la descripción de lo intangible. Todo ello con la muerte como telonera, como escudera perfecta para la melancolía y la apatía. Consciente de su anormal existencia, Benjamin es el instrumento idóneo para ahondar en una fábula que irá recavando importancia con el paso de los años, mientras que Slumdog millionaire (2008) pasará a convertirse en otra anécdota más, cargada de extravagante oportunismo.

Concentrando el arte

No nos cansamos de ver cortometrajes concebidos como anuncios: Vigalondo, Fesser o Alex de la Iglesia. Incluso proyectos censurados por una supesta violencia excesiva. Pero el caso nos lleva a Pantene y a un spot tremendo e increible. Los anteriores no son más que minúsculos soldados de plomo concebidos para escoltar a un rey. En Japón han logrado concentrar el arte en escasos minutos, como ya hicieran con la poesía.

Un tren sin paradas: de Chequia, Praga y Olomouc

Hay cosas que sólo se pueden descubrir in situ, recorriendo las calles de un país o hablando con sus gentes -aunque sea melodramático-. Para ello, el viajar es el sacacorchos perfecto. El instrumento idóneo para ahondar en los secretos de una región. Pero ustedes se preguntarán que a qué viene todo esto.

Pues bien, estando por tierras checas, recordé en varias ocasiones las repetidas quejas que se pueden escuchar en España sobre el retraso en el estreno de muchas películas -sobretodo en lo que a cine independiente se refiere-. Lejos del cine comercial de Hollywood, es habitual que filmes de reconocido prestigio internacional y con varios premios en su haber, lleguen con un par de años de retraso. Ni siquiera importa quién sea su director.

Pero por otros lares están peor. En Praga -tierra de Kafka o Dvorak- pude charlar con uno de esos chechos de cuna, quien me terminó contando que series como Los Soprano (1999-2007), Cómo conocí a vuestra madre o Padre de familia, aún no se han dignado a pisar el país. Evidentemente, mi sorpresa fue mayúscula; teniendo en cuenta que tienen el aval de un anterior éxito mundial.

Y la guinda llegó en Olomouc, ciudad del este de la república y con más de cien mil habitantes. Allí, con cinco años de retraso, se estrenaba Los chicos del coro (2009) -como puede verse en la foto-, dentro de un ciclo de cine europeo. Es lo que tiene la globalización, ya lo dijo Kofi Annan: es como un tren de alta velocidad, pero con pocas paradas.