
El director estadounidense -responsable de la primera Superman (1978) , de la entrañable Los Goonies (1985) y de la saga Arma letal (1987, 1989, 1992 y 1998)- enfrenta a los adultos a sus miedos infantiles. Hay oscuridad y sutileza en la fotografía, hallamos perversión y sadismo en los personajes. Además, sobrevivirán dos escenas en la mente del público. La primera: nadie asusta tanto en un columpio rechinante como el hijo del diablo, ese pequeño pecoso que se atreve incluso a mirar a la cámara, retando al espectador. La segunda: aquella en la que la cuidadora de Damien se ahorca, gritándole su amor a lo prohibido, a la tentación, al pecado.
Despejando el terror psicológico, la cinta profundiza en el drama fraternal. Así, es Gregory Peck el obnubilado padre que comienza magistralmente la narración con la voz en off -gimiendo repetidas veces el niño ha muerto, el niño ha muerto,...- y que durante el metraje se niega a aceptar la posibilidad de haber criado al anticristo. Hay un dolor emblemático en Peck derivado de la incertidumbre, del agnosticismo moderno y del sólo sé que no sé nada.
2 comentarios:
Algunos nombres como son Richard Donner, Stanley Kramer o Peter Bogdanovich nos han dado grandes momentos y no se les recuerdan tanto como se debería.
¡Uauh! Brutal escena, me he quedado atónito... Por cierto, el cartel de la peli me recuerda mucho al de El día de la bestia, ¿no?
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