
Es verdad que esta cinta, de producción australiana y dirigida por Greg McLean, muestra un argumento más sólido que los precedentes a los que recuerda -sobretodo a Hostel (2006) de Eli Roth-, pero la fórmula que emplea no es nada original: la sangre como elemento más representativo. A partir de aquí hay que reconocer que la historia puede llegar a convencer, pero la base del metraje gira en torno a la incomodidad del espectador hacia la violencia injustificada.
La trama narra como tres jóvenes viajeros se quedan tirados en medio del desierto -¡qué raro!, el coche no arranca- y como son recogidos por un amable lugareño, que luego no resulta ser tan agradable. Los personajes rechinan y los diálogos sobran, basicamente porque el efecto que busca la película se fundamenta en una road movie de salvajismo y crueldad.
Aunque se aleja del prototipo de terror adolescente, la intensidad dramática brilla por su ausencia. Las escenas y situaciones no son creíbles, por más que los guionistas se harten de repetir que está basado en hechos reales.
1 comentario:
Las películas en las que se hace apología de la sangre y la violencia por que sí nunca me han gustado y nunca me gustarán.
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