El documental es el género más fascinante desde un punto de vista psicológico. El espectador acepta como verdad todo aquello que se le cuenta, es decir, el cine se convierte así en uno de los instrumentos más útiles a la hora de conducir la opinión. No es de extrañar, por tanto, que lo utilizara Riefenstahl en su día -absolútamente recomendable El triunfo de la voluntad (1935)-.
Pero no son esos lares a los que me dirijo, sino a un juego más peligroso: la dificultad de aunar géneros. Si las posibilidades del documental las utilizamos para potenciar la entrevista, puede que el resultado final sea bueno o malo -y todo dependerá de las capacidades del protagonista-. Es el caso de La silla de Fernando (2006), de David Trueba y Luis Alegre.
Esta cinta funciona gracias a la potente personalidad de su único personaje, Fernando Fernán Gómez. Los directores han sabido arrastrar hasta la pantalla la esencia del actor y es lo único que se necesita en este caso para mantener la atención del espectador.
La película no es más que una hoguera, en donde los niños se sientan alrededor del abuelo para escuchar sus historias: fobias, recuerdos, mala vida, etc. Es quizá la técnica más antigua -desde la prehistoria- sólo que en este caso no es un cualquiera. Por supuesto que la capacidad narrativa y expresiva de FFG también ayuda (y mucho).
3 comentarios:
He vuelto, a partir de ahora tendrás mis comentarios asiduos (queridos o no) por aquí y mis post (queridos o no) por mi blog.
El documental de Lenni, uno de los mejores, he de decir que me puso los pelos de punta cuando lo vi...
Por cierto, me gusta mucho el nuevo estilo del blog y la imagen principal. ;)
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