La mejor 'Sintonía'

Hay varias pautas que son indispensables a la hora de hacer un buen cortometraje. En primer lugar, hay que comprender los patrones que lo diferencian de un largo. No sé puede narrar en diez minutos lo mismo que en noventa y, por ello, es imposible crear una mini-película con la tradicional fórmula: introducción-nudo-desenlace.

Además, el cineasta tiene que buscar un punto de originalidad y, una vez encontrado, explotarlo de manera extravagante y explosiva. Hacer de éste la bandera del film. Es entonces cuando podemos lograr algo notable. No podemos conformarnos con una narración lineal de unos hechos. No consiste en eso.

Es como si comparáramos un cuento con una novela. El primero es un género por si sólo y, como tal, posee instrumentos propios que hay que saber manejar. Si extrapolamos esta comparación al séptimo arte, podemos comprender mejor esta relación 'corto-largo'.

Es el caso de Sintonía (2005). Esta cinta de José Mari Goenaga -premiada en el Curt Ficcions de Barcelona- enarbola el guión. Lo instrumentaliza de manera preciosista y cuenta una historia bastante curiosa, que consigue enganchar al espectador.

El director no se limita a relatar unos hechos, sino que empuja al público a adentrarse en la historia. En la película no importa el final o el porqué los personajes están en la situación que se nos plantea. Lo que nos atañe es conocer los impulsos de los protagonistas, qué hacen y qué les empuja a ello. Es una invitación a la reflexión sobre el comportamiento humano y, como siempre, no hay mejor punto de partida que el amor.

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