Todo el mundo conoce a Charlot, personaje que aún perdura en el imaginario colectivo. Sus filmes se han perpetuado en el tiempo y en la memoria de los espectadores, pasando de una generación a otra y convirtiéndose en un icono de los inicios del cine.
Aunque es cierto que Chaplin iba mucho más allá de la comicidad de su alter ego. El trasfondo giraba en torno a una crítica social constante: el capitalismo sanguinario, la pobreza proletaria, los autoritarismos y mucho más.
Son numerosas las obras donde se narra la creación de Charlot, ese hombrecillo caracterizado por su traje, bigote y bombín negros; acompañado siempre de su inseparable bastón. Esos andares únicos: trastabillados y danzarines. Tantos pequeños detalles que intenta plasmar la película Chaplin (1992).
Aunque es cierto que Chaplin iba mucho más allá de la comicidad de su alter ego. El trasfondo giraba en torno a una crítica social constante: el capitalismo sanguinario, la pobreza proletaria, los autoritarismos y mucho más.
Son numerosas las obras donde se narra la creación de Charlot, ese hombrecillo caracterizado por su traje, bigote y bombín negros; acompañado siempre de su inseparable bastón. Esos andares únicos: trastabillados y danzarines. Tantos pequeños detalles que intenta plasmar la película Chaplin (1992).
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