La vuelta al mundo, por un Gnomo

La vida es la principal fuente de inspiración del arte, pero a veces las tornas se cambian. Quien haya visto la fábula de Amélie (2001) -dirigida por Jean-Pierre Jeunet, autor también de Alien resurrección (1997)- recordará a un simpático personaje que no habla ni se mueve, pero que forma parte de una de las tramas más divertidas de la cinta. Hablo de aquel gnomo que se dedicaba a dar la vuelta al mundo.

Pues al caso. Hace siete meses una jubilada de Gloucester (en Inglaterra, chabacanos) comprobó desolada que su figurilla de cerámica, también de capirote rojo, había desaparecido. No le dio mayor importancia, creyendo haber sido víctima de la elegante kale borroca inglesa.

Entonces llegó la sorpresa. El gnomo viajero regresó a casa, eso sí, sin pies -debe ser por lo ajetreado del viaje-, pero con una misiva donde decía: "He llegado a la conclusión de que el mundo es un lugar muy grande y que hay vida más allá de contemplar el tráfico infernal o de soportar que los gatos (del vecindario) orinen sobre ti".

El autor de esta original broma fue un estudiante de derecho de 22 años, que recorrió 12 países -Tailandia, Camboya, China, Australia y Nueva Zelanda, entre otros- con la figura a cuestas. Pero la metafórica historia le puede costar caro, pues la policía inglesa se las gasta: "Cualquier robo en una propiedad privada, aunque se trate de una broma, debe ser considerado delictivo".

El punto optimista lo da la alegre anciana. "Es el regalo más sorprendente que he recibido", dijo, antes de añadir el maravilloso cuento que este duendecillo va a suponer para sus nietos.

¡Ay! (suspiro), el cine.

Trailer de Amélie:

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