'Cobardes', un relato inacabado

Juan Cruz y José Corbacho sorprendieron hace cuatro años con la película Tapas (2005), una modernización del relato social, una actualización de un estilo de narración audiovisual demasiado arraigada al cine patrio. Con un lenguaje claro y coherente, los codirectores supieron fusionar al español más urbanita con el submundo que rodea a la prole trabajadora. Era una efectiva aproximación de lo cercano, de lo inmediato. Con este precedente, no es de extrañar que su segundo largometraje levantara tanta expectación. Cobardes (2008) llegó a la gran pantalla para contar una historia de acoso escolar desde la perspectiva del perseguido, del débil; aprovechando que el bullyng se había convertido en un auténtico fenómeno mediático.

En este segundo round, ambos realizadores fallan. La narración es simple y lineal; los personajes son esbozos incompletos; y el guión no tiene fuerza dramática. Así, la historia gira en torno a un protagonista que no parece perdido o dañado por el acoso al que es sometido. Los golpes son los únicos argumentos para decir que lo que vemos en pantalla es bullyng, porque no se muestra ni un sólo efecto psicológico en la víctima. Estas imperfecciones se derivan del trato superficial al que se somete la narración. Corbacho y Cruz quieren tocar tantos temas, mostrar tantas miradas, que terminan por no enseñar nada. No hay dolor más allá de las heridas, no hay miedo en los ojos inexpresivos del zanahorio.

Por otro lado, sorprenden las actuaciones de Paz Padilla y Lluis Homar por razones muy diferentes. La gaditana no desentona fuera de la comedia y se aprecia ese esfuerzo por adaptarse al género dramático -eliminando, además, el acento andaluz y dándole a su tono un autoritarismo repleto de eses-. Por su parte, Homar consigue retratar a la perfección a un político idealista y orgulloso, sometido a los poderes de su partido.


1 comentario:

Alejandro Marcos Ortega dijo...

Ese tipo de películas tan superficiales acaban prometiendo mucho más de lo que dan. Igualmente, se esperaba mucho de ellos y es normal que no siempre estén a la altura