Cómo no saber poner el punto final

Las series de televisión encuentran en el desgaste su principal inconveniente. Lo que es una buena idea puede llegar a degenerar y perder toda la frescura inicial. Es el caso de The 4400 (2004-2007). Nació como una miniserie con tan sólo cinco capitulos en su primera temporada: 4400 personas que habían desaparecido sin dejar rastro regresan en una bola de luz -emergen como fantasmitas- y con poderes sobrenaturales.

Con una trama sencilla, los guionistas quisieron aprovechar el éxito. Pero el problema empezó a verse venir cuando las relaciones y enfrentemientos entre los personajes se enrevesaban cada vez más. La historia ya no era verosímil.

Con una cuarta temporada horrible, el público renunció a entenderla y a esperar un final creible. Además, los niveles de audiencia empezaron a caer en picado -como los artísticos- y los responsables de la cadena USA Network decidieron cancelarla.

Hicieron bien, hay veces que las cosas no dan más de sí. Y este era el caso. Pero la gente no aprende. Nos encontramos ahora un caso similar en Prison Break. Sus orígenes son los mismos -sólo iba a ser una miniserie de una temporada-, pero al final nos encontramos con Scofield pululando por Los Ángeles sin hacer, decir o mostrar nada de manera oportuna. Una pena, pero también hay que saber poner el punto final.


2 comentarios:

Alejandro Marcos Ortega dijo...

Y como ese ejemplo podríamos decir muchísimos más. Creo que muchas series quedarían para la historia si se supiera poner el punto y final donde se debe, pero ya sabemos que en la televisión nunca prima el aspecto artístico de las producciones por encima del económico. ¿Qué le está pasando a perdidos????

Naren dijo...

definitivamente

prison break estuvo buenisima en su primera temporada, pero creo que el argumento daba para hacer una muy buena pelicula o una buena serie de una unica temporada