Complicadas ideologías en 'Syriana'

El correctísimo saber estar de la Academia de Hollywood decidió que Syriana (2005) -que optaba a la estatuilla como mejor película- debía conformarse con el premio a mejor actor secundario. Cuando George Clonney recogió el Oscar se atrevió a denunciar la previsibilidad de ese "quedar bien" tan característico que se ha visto en el Teatro Kodak en los últimos años.

Con esta anecdota como entrada, la cinta protagonizada por el actor estadounidense es un thriller político complejo. Entre las bambalinas del poder nortemaricano, el director Stephen Gaghan -autor del guión de la aclamada Traffic (2000)- intenta entrever las complicadas relaciones que tejen la actualidad internacional, con Oriente Medio como eje. El petroleo, el espionaje o el terrorismo son meros instrumentos narrativos para acomplejar al espectador: quien lo sabe y desconoce todo, ensimismado en los islotes aburguesados del mundo occidental.

La historia se enrevesa en torno a las ambiciones y a las vidas de los personajes, quienes evolucionan según los factores económicos y políticos del poder. A pesar de ello, emocionalmente el metraje está cojo, pues las dificultades derivadas de la difícil trama, impiden que se transmitan sentimientos más allá del odio, venganza o resignación.

En ocasiones, la razón se instrumentaliza en el séptimo arte. Se hace necesario un discurso político que argumente y explique un posicionamiento social. Syriana es una clara demostración de las retorcidas y consfusas ideologías. La realidad es muy difícil de entender: un sólo árbol para demasiadas raíces.


1 comentario:

Alejandro Marcos Ortega dijo...

Esta claro que los Oscar son fundamentalmente injustos y muchas veces sin sentido, pero yo hace tiempo que dejé de fiarme de ellos...